viernes, 14 de julio de 2017

Las barcas gallegas serán protegidas como la Catedral de Santiago.



Una de las embarcaciones tradicionales en las rías. Xurxo Lobato

PATRIMONIO / PRESERVAR EL PATRIMONIO

Las barcas gallegas serán protegidas como la Catedral de Santiago

Galicia atesora un patrimonio cultural singular y propio: botes, bucetas, carochos, chalanas, galeones, dornas, lanchas... La carpintería de las embarcaciones tradicionales está a un paso de ser declaradas BIC.

13 julio, 2017 03:27

Peio H. Riaño

Amor, sabiduría y belleza. Razones para iniciar el trámite que protegerá con las máximas garantías las técnicas constructivas de la carpintería de ribera. Las embarcaciones tradicionales de Galicia serán protegidas como Bien de Interés Cultural (BIC) del patrimonio inmaterial, tal y como anuncia el BOE de este miércoles. “Galicia atesora un patrimonio cultural singular y propio, que se materializa en los botes, bucetas, carochos, chalanas, dornas, galeones, gamelas, lanchas, racús, traíñas”, explica el escrito que legitima la decisión de la Dirección General del Patrimonio Cultural.

La resolución destaca la técnica constructiva, pero el homenaje es para la preservación de un pueblo marinero, que ha desarrollado los conocimientos técnicos gracias al ingenio de los maestros carpinteros, “homologables a los requerimientos técnicos de la construcción naval industrializada”. Pero sin universidades. La mejor prueba de estas capacidades está en la construcción, conservación y restauración que mantienen sobre el patrimonio cultural marítimo. Por eso urge su protección.



“Al día siguiente de que la Xunta diera a conocer la intención de declarar BIC a la carpintería de ribera, unos vecinos quemaron una vieja carpintería para quitarla de en medio”, cuenta a este periódico el legendario fotógrafo Xurxo Lobato, que acaba de publicar un libro sobre esta tradición marítima, titulado Vento nas velas. “Hace falta respaldar las carpinterías de ribera. Hay que preservarlo de los terroristas culturales que quieren quemarlo todo. Hay que conservarlo como se conserva la Catedral de Santiago y el Camino”, añade el fotógrafo.

Tradición de pobres

El texto subraya la dificultad que supone el uso y el mantenimiento de las embarcaciones tradicionales, en las condiciones económicas actuales. “No supieron encontrar un lugar para los valores potenciales de esta singular manifestación del patrimonio cultural inmaterial, y aprovechando que aún se conserva vivo en las manos y en la memoria de muchas de sus gentes, que tienen el compromiso y el reto de mantenerlo, es necesario colaborar en la tarea de encontrar una funcionalidad a la conservación y fomento de las técnicas tradicionales de la carpintería de ribera”.


Una de las imágenes incluidas en el libro Vento nas velas, de Xurxo Lobato. Xurxo Lobato.

Avelino Ochoa es el presidente de la Asociación gallega de barcos clásicos y de época, uno de los impulsores de esta medida que pretende preservar el trabajo de la veintena de carpinterías que se dedican a la creación de embarcaciones tradicionales. Cuenta que declarar BIC la técnica constructiva y catalogar las embarcaciones hechas permitirá que los carpinteros trabajar en unas condiciones laborales dignas. “Por primera vez se presta atención a la cultura marítima en España”, asegura a este periódico. “Nadie habla de este mundo porque la cultura marítima representa el mundo de los pobres”.

Ahora se construyen pocos barcos de madera, cuenta, debido a su precio. Pero las carpinterías siguen en activo. “Sólo se lo pueden permitir los ricos. Por eso si reducimos la actividad de los carpinteros de ribera a reparar barcos tradicionales, les condenamos a la desaparición”. El BIC reconoce su intervención en barcos tradicionales (de pesca, miles de unidades en activo) y barcos tradicionales (de ocio, medio centenar).

Ayudas económicas

Por Galicia han pasado todas las civilizaciones, las del Norte y las del Sur, dice Ochoa, porque era más fácil llegar aquí por mar que por tierra. De su paso, quedó poso. Las dornas gallegas, de hecho, tienen influencias vikingas, cuando pasaban por la costa gallega camino del Mediterráneo. El BIC beneficiará a los dueños de estas embarcaciones en las tasas portuarias. “En Europa se catalogan los barcos y se les exime de pagar las tasas portuarias, porque genera un atractivo turístico”.


Una escena de ribera gallega. Xurxo Lobato.

El carpintero José Garrido empezó a hacer embarcaciones con 14 años, en O Grove. Tiene 56 y nos atiende rápidamente. El verano es el pico de trabajo de los astilleros tradicionales. Está contento porque esta declaración de BIC reconoce un trabajo de toda la vida, que ha pasado de padres a hijos. Necesitan que el texto final, que se cerrará antes de 24 meses, amplíe todo lo que pueda la tipología de embarcaciones protegidas. Así habría ayudas no sólo para las restauraciones de las más antiguas.

Necesitan que las ayudas a los amarres de embarcaciones amplíen la gama para que puedan producir más. Porque apenas construyen. La crisis. Salen pocos encargos. Un galeón, de 10 metros, cuesta cerca de 120.000 euros. Así que hay más reparaciones, que obra nueva. Pero Garrido tiene esperanza en el cambio del viento. A favor. Vento nas velas, como el libro de Xurxo, un título que alude a una frase hecha sobre la fuerza y el impulso. Sin viento, el barco no avanza. Sin ganas, nadie se mueve.

Proteger y salvaguardar

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte reconoce que mantener en activo estos barcos históricos en un contexto tan poco favorable, debido a los avances de la ingeniería naval, “resalta el amor y el reconocimiento a la sabiduría y a la belleza de las embarcaciones tradicionales”. Las barcas son testigos de la historia social de estas comunidades, gracias a los carpinteros de ribera, sin los que no podrían sobrevivir. “Proteger estas técnicas conduce directamente a la salvaguarda del patrimonio cultural gallego”, puede leerse en el BOE.


En Galicia hay una veintena de carpinterías dedicadas a crear barcos. Xurxo Lobato

Este periódico se ha puesto en contacto con la Secretaría de Estado de Cultura y la Xunta para conocer los motivos para incoar este expediente, pero ni el organismo estatal ni el local han ofrecido su parecer. A pesar de ello, es la UNESCO la que define el patrimonio inmaterial como los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural, y la que reclama a las administraciones públicas la garantía para la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial.

La flota es el tesoro

Diariovasco-La flota es el tesoro.

La flota es el tesoro


En la carpintería de ribera de Fra Rico, en el puerto de Sano Ciprián (Lugo), la familia de Francisco lleva doscientos años dedicada el oficio. Suman ya siete generaciones.


Los carpinteros de ribera gallegos y sus embarcaciones tradicionales se convertirán en Bien de Interés Cultural, con igual protección que la catedral de Santiago. En una tierra con 1.500 kilómetros de costa, era cuestión de justicia

IRMA CUESTA
Viernes, 14 julio 2017, 11:46

Si todo sale como está previsto, a la vuelta de unos meses los botes, bucetas, carochos, chalanas, galeones y dornas gallegas -en definitiva, toda la increíble lista de embarcaciones tradicionales- se convertirán en Bien de Interés Cultural. Un paso que las colocará a la altura de otros tan preciados en ese peculiar pedazo de España como la Catedral de Santiago, o el camino que desde hace siglos siguen millones de peregrinos hasta el lugar en donde se conservan las reliquias del apóstol. En una tierra con 1.498 kilómetros de costa, se han tomado la iniciativa como una cuestión de justicia. «Sorprendentemente, en este lugar, en donde el patrimonio marítimo es un elemento cardinal de todo el patrimonio en sí mismo, porque buena parte de los gallegos hemos vivido y vivimos del mar, lo hemos olvidado. Hemos reconocido el valor de castros, molinos de río, hórreos, construcciones religiosas... y hemos olvidado el mar», lamenta Manuel García Sendón, presidente de Culturmar, una federación que desde hace dos décadas vela por la cultura marítima y fluvial y que estos días, después de que la Xunta anunciara su intención de declarar BIC a la carpintería de ribera, no oculta su satisfacción. «Es un paso fundamental, algo básico como herramienta para preservar la flota de embarcaciones tradicionales, que hoy en día andará por unas 300, de veinte tipos distintos, y para consolidar un trabajo, el de la carpintería de ribera, que está íntimamente ligado a nuestra economía y nuestras raíces», asegura.

Dicen los expertos, como los profesores Bernardo Máiz y Enrique Freire, autores de 'As embarcacións tradicionais do Arco Ártabro a Ribadeo' que una chalana, esas embarcaciones de fondo plano que siempre se han usado para llevar de un lado a otro mercancía en zonas poco profundas, son en Galicia el mejor ejemplo de cómo los carpinteros de ribera han ido adaptando el modelo a las condiciones de cada recuncho de la costa. Afirman que la chalana de la ría de Ferrol no es ni parecida a la que utilizan los percebeiros de Cedeira y, ya puestos, que ni siquiera todas sus popas son planas. De que la historia gallega está íntimamente ligada a la de sus astilleros y sus embarcaciones no solo dan fe los autores de esa suerte de tratado, también lo hace Pedro Martín Gilarranz, responsable de la Casa Museo Colón de Pontevedra que, mientras explica que por Galicia han pasado todas las civilizaciones dejando su huella, asegura que la propuesta de declarar BIC a la carpintería de ribera es una cuestión de justicia histórica. «Es algo fundamental. Las dificultades que tiene toda esta gente que trabaja en esa área son increíbles, sin ningún tipo de ayuda institucional, cuando estamos hablando de un patrimonio no inmóvil, en uso. Es muy importante reivindicar nuestros orígenes. En esas embarcaciones está buena parte de la esencia de esta tierra».

Pocos saben mejor que Francisco Fra Rico lo que cuesta sacar adelante el oficio. Su carpintería de ribera, situada en la margen derecha del río Cobo, en el lugar llamado Los Campos, en el puerto de Sano Ciprián, provincia de Lugo, lleva nada menos que doscientos años en la familia. Siete generaciones construyendo barcos, desde los más pequeñito, como un chalano, hasta el más grande: un carguero de 38 metros de eslora. Él es de los que cree que, aunque ya era hora de que la Xunta diera un paso al frente en la protección de empresas como la suya, más vale tarde que nunca. «Era necesario y beneficioso para todos; especialmente para conservación del oficio», dice corroborando el sentir de su colega Gerardo Triñanes, gerente del astillero que lleva su nombre y miembro de Agalcari, Asociación Gallega de Carpintería de Ribeira.

«Más vale tarde que nunca. Va a ser beneficioso para todos»
FRANCISCO FRA RICO CARPINTERO DE RIBERA

«Es un paso fundamental, básico para conservar la flota y el oficio»
MANUEL GARCÍA  PTE. DE CULTURMAR

Triñanes se debate entre la alegría que da saber que uno está a punto de conseguir algo por lo que ha luchado durante años y la tristeza de saber que, cuando se quiere proteger algo con tanto ahínco es porque, de alguna forma, está cercano a morir. «Estamos desapareciendo por varias razones, fundamentalmente por culpa de unos 'lobbys' del poliéster fortísimos, aupados durante años por las ayudas europeas, y porque las nuevas generaciones de marineros han navegado poco la madera y han perdido la costumbre. ¡Ni siquiera hay ya ingenieros navales que la estudien!», dice este profesional, segunda generación de carpinteros de ribera, que dice ser el ejemplo de que la leyenda de que los maestros ocultaban sus saberes para mantenerlos dentro de la estirpe, es totalmente falsa.


Gerardo defiende que no es cierto que las embarcaciones de madera necesiten más mantenimiento y reivindica el valor medioambiental de la madera frente al poliéster. Asegura que ni siquiera el precio es una excusa -«en un barco de pesca el casco solo se lleva un tercio del precio»-, pero no esconde la pena de saber que hace doce años eran más de veinte los carpinteros de ribera que se ganaban la vida en Galicia y hoy apenas llegan a una docena. «Confiemos en que todo esto nos ayude a salir adelante y preservar la profesión».